Cómo los ferrocarriles impulsaron a nuestro condado a donde estamos hoy

Los ferrocarriles se han considerado durante mucho tiempo como una fuerza impulsora importante en la formación y el desarrollo de los Estados Unidos. Se cree que este gran proyecto ha jugado un papel central en la definición del tejido de nuestro país desde su fundación. De hecho, es difícil exagerar el impacto que han tenido los ferrocarriles durante el último siglo y medio más o menos; sus contribuciones han sido sentidas por generaciones de estadounidenses en una amplia variedad de formas, sobre todo en el área del desarrollo económico.

Cuando se establecieron los ferrocarriles por primera vez, ayudaron a impulsar el desarrollo de los mercados nacionales en todo el país al crear un sistema de transporte unificado que podía mover bienes y personas de manera rápida y confiable entre regiones. Esto permitió que industriales como Cornelius Vanderbilt y Jay Gould obtuvieran una riqueza significativa a medida que las grandes compañías ferroviarias, como New York Central y Southern Pacific, abarcaban varios estados. La llegada de los ferrocarriles también ayudó a facilitar el despegue de la industrialización estadounidense en el período 1843-1860. Esto fue posible gracias a la ayuda de los ferrocarriles para disminuir los costos de transporte y también para introducir nuevos productos en los mercados comerciales; ambos avances, a su vez, estimularon el crecimiento de las industrias del carbón, el hierro y la ingeniería, que eran esenciales para un crecimiento económico más amplio. Los ferrocarriles también generaron nuevas inversiones y ayudaron a desarrollar los mercados financieros en los Estados Unidos.

Durante los años 1900 y 1970, los ferrocarriles principales se centraron principalmente en el transporte de personas y carga a largas distancias. Sin embargo, estos ferrocarriles también operaban servicios suburbanos cerca de las grandes ciudades, que generalmente operaban simultáneamente con las líneas de tranvía e interurbanas. Desafortunadamente, estos servicios interurbanos no pudieron sobrevivir a la Gran Depresión, lo que provocó la falla de la mayoría de los servicios en ese momento. Los principales servicios de pasajeros de Railroads durante esta época incluían viajes de varios días en trenes de lujo, pero no pudieron competir con las aerolíneas en la década de 1950. Durante la misma década, las comunidades rurales fueron atendidas por trenes lentos dos veces al día, aunque finalmente estos tampoco pudieron mantenerse a flote cuando se suspendieron los vagones de la Oficina de Correos del Ferrocarril.

El auge de los viajes en automóvil en la década de 1930 fue la primera mella importante en las cuotas de mercado de pasajeros ferroviarios y, en última instancia, fue el desarrollo del Sistema de carreteras interestatales junto con la aviación comercial en las décadas de 1950 y 1960 lo que asestaría los mayores golpes al transporte ferroviario, tanto pasajeros y carga. El Gran Escándalo del Tranvía Estadounidense vio a General Motors y otros condenados por llevar la industria del tranvía al suelo a propósito. Al final, había poca necesidad de que los ferrocarriles anunciaran su servicio de pasajeros si sus clientes ya habían recurrido a viajar en avión y automóvil.

El legado de la industria ferroviaria permanece profundamente arraigado en la historia de nuestra nación. Desde facilitar el crecimiento económico hasta conectar a los estadounidenses en todo el país, los ferrocarriles han brindado una serie de beneficios duraderos al país y, sin duda, lo han cambiado para mejor.

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